EDICIONES REMOTAS

Gaviota, 3
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Arrecife

Libros de arquitectura, cultura, historia, arte, crónicas y toponimia canaria. Guías de turismo de Lanzarote, Islas Canarias. 

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COPLAS DE VÍCTOR FERNÁNDEZ GOPAR, EL SALINERO, PRIMER NÚMERO DE LA COLECCIÓN ‘CLÁSICOS REMOTOS’

Ediciones Remotas

Ediciones Remotas, en colaboración con Carmen Tortosa y el equipo del documental El tiempo de la sal. Tras las huellas de Víctor Fernández Gopar, presenta en los próximos días y en las ferias del libros de varias islas del mes de mayo la obra Coplas de Víctor Fernández Gopar, el Salinero.

Con este libro se estrena la colección ‘Clásicos remotos’, dedicada a la reedición de obras de referencia en literatura, historia o crónica de décadas y siglos pasado. Coplas de Víctor Fernández Gopar, el Salinero estará presente el 21 de abril en el Teatro Víctor Fernández Gopar, el Salinero, con el estreno del documental El tiempo de la sal. Será a partir de las 21.00 horas, con entrada libre y dentro del 18 Festival Internacional de Cine de Lanzarote. El libro también estará el 26 de abril en la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas de Yaiza (20.30 horas) y el sábado 28 en la Feria del Libro de Playa Blanca.

Esta reedición parte de libro publicado por Agustín de la Hoz y sirve para contar también el trabajo del propio investigador lanzaroteño, quien trabajó con varias colecciones de libreta de diferentes épocas para componer las coplas, tal y como cuenta Benchomo Guadalupe, albacea del Fondo Agustín de la Hoz, en su texto de colaboración. En otro guiño a la edición de los setenta, la foto de portada es del mismo autor, Ildefonso Aguilar.

Coplas de Víctor Fernández Gopar, el Salinero también incorpora textos del folclorista Domingo Corujo, de los miembros del documental dedicado el Salinero Carmen Tortosa, José Lupiáñez, Sergio Erro y Manuel Concepción, o de los historiadores Mario Ferrer y Arminda Arteta.

El conocido verseador y profesor de literatura de la ULPGC Yeray Rodríguez también colabora con un texto donde resalta el valor de este tipo de poesía popular y de quienes la hicieron posible aunque quedaran en el anonimato: “Ellos confeccionaron con su talento invisible la literatura de los que no saben leer ni escribir, la de los que no van a los libros a buscar los versos, la de quienes se ganaron la palabra poeta con el mismo esfuerzo heroico con el que tuvieron que ganarse el pan de cada día. A Fernández Gopar, por suerte, sí lo conocemos. La transparencia de sus versos ensalitrados y sureños nos lo muestra como lo que fue: un creador incontenible con una inigualable capacidad de encontrar las palabras adecuadas donde otros se tropiezan con el silencio. Y fue capaz, además, de encontrar ese rumbo y de legárnoslo para convertirse en una suerte de poeta coral que aglutina en su ejemplo el talento y la memoria de muchísimos”.

 

De la vida de Víctor Fernández Gopar todavía quedan muchas cosas por averiguar, pero sí sabe que nació en Las Breñas a mediados del siglo XIX en el seno de una familia humilde. Fue pastor durante muchos años hasta que empezó a trabajar en las salinas de Janubio, llegando a destacar por sus innovaciones técnicas. Aunque fue su capacidad de improvisar y hablar en verso lo que le dio popularidad, a pesar de aprender a leer y escribir ya mayor. Así describía él mismo la necesidad que sentía de comunicar sus pensamientos y sentimientos:

“Debiera estar callado,

pero la lengua

lo que no ha pronunciado

lo tiene a mengua.

Con su desaliñado

pronunciamiento

descubre secretos

del pensamiento.

Y es tan canalla

que aunque sean defectos

no se los calla.

Yo quiero que se calle,

pero lo siento,

porque si ella se calla

yo me reviento”.

 

De sus coplas sobresale el hecho de que da una visión desde las capas populares y mayoritarias de la población, quienes eran los protagonistas de una literatura oral muy viva pero de la que no nos han llegado muchos ejemplos escritos. En sus composiciones retrataba, muchas veces con fina ironía y crítica, la realidad de su tiempo:

“Yo he sido jornalero

toda mi vida

y hay día que no alcanzo

ni la comida.

Y otros visten de gala

y buenos caballos,

pero nunca en sus manos

se han visto callos.

Casi siempre metiendo

dinero en caja,

manejando los frutos

del que trabaja”.

 

A pesar de no dejar nada publicado en vida, las coplas de Víctor Fernández Gopar pervivieron gracias a que siguieron vivas en la literatura oral (folclore, fiestas populares, parrandas, etc.) y a que sus versos se transcribieron manualmente en varias libretas. Esas copias manuscritas sirvieron para que Agustín de la Hoz hiciera un edición de sus coplas en los años setenta del siglo XX que le dieron mayor proyección, de tal manera que grandes folcloristas como los hermanos Corujo o Los Sabadeños las retomaron para sus trabajos y ayudaron que a se hicieran más populares.